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Publicación: 27 de mayo de 1963
Productores: John Hammond y Tom Wilson

Apenas un mes después de que su primer disco saliera a la calle, a finales de abril de 1962, Bob Dylan volvía a los Columbia Records Studio de New York para comenzar las sesiones de grabación de su segundo álbum. Estas sesiones, muy salteadas en el tiempo, se prolongaron ¡un año! Algo sorprendente teniendo en cuenta que de “Bob Dylan”, su debut, apenas se habían vendido unas pocas miles de copias. Tal vez su sello discográfico, Columbia, desilusionado con esos pobres resultados comerciales, no tenía demasiado interés en su finalización. Seguramente fue la insistencia del productor John Hammond, que una y otra vez arrastró a Dylan al estudio, o de su manager Albert Grossman, que consiguieron que en abril de 1963 acabara de grabar el álbum de una puñetera vez.


La famosa esquina de Jones Street y West 4th Street en New York en la actualidad.

“The Freewheelin’ Bob Dylan” es la primera masterpiece de Dylan. Es un disco de ‘folk’ como el primero, en el que Robert Allen Zimmerman no tiene más acompañamiento que su guitarra acústica, armónica y voz. Pero cuando uno lo escucha, se da cuenta de que ha habido un salto de gigante en intensidad y calidad. A diferencia del primero, en el que solo 2 de las canciones habían sido escritas por Dylan, aquí 11 de las 13 canciones son composiciones suyas. ¡Y qué canciones! Un puñado de los mayores clásicos de los 60s y de la música popular: “Blowin’ In The Wind”, “Girl From The North Country”, “Masters Of War” (espectacular tripleta para empezar), “A Hard Rain’s a-Gonna Fall”, “Don’t Think Twice, It’s Allright”… Canciones con letras políticas, de amor (y amargura), con ese humor extraño tan propio de Dylan. Canciones cuyo impacto iba a llegar mucho más allá de la escena folk, marcándose a fuego en la memoria y la conciencia de una generación e influenciando a algunos de los mayores artistas del country, el soul o el rock’n’roll. Un ejemplo muchas veces citado es el de los Beatles, la impresión que les causó descubrir “The Freewheelin’…” durante una gira por Francia. John Lennon explicaba que “era la primera vez que había oído hablar de Dylan… y durante el resto de nuestras tres semanas en París no paramos de pincharlo”. O el de Sam Cooke, que tocado por “Blowin’ In The Wind”, escribe “A Change Is Gonna Come”, canción que será emblemática para el movimiento de los negros por los derechos civiles.

Todo en este álbum es icónico. Empezando por esa preciosa portada en la que se ve a Dylan caminando por un Greenwich Village nevado, cogido del brazo de una chica radiante. ¿Quién es esa chica? Su nombre es Suze Rotolo, por aquella época su novia, con la que compartía apartamento en New York. En 1962 llevaban viviendo seis meses juntos cuando Suze le anunció a Bob que se marchaba con su madre a Italia durante seis meses para estudiar arte. En vano Dylan le suplica que no se vaya y casi se derrumba. Durante su ausencia, Dylan canaliza su tristeza componiendo un torrente de canciones que serán la base de “The Freewheelin’…”. Suze vuelve a New York en enero de 1963 y vuelven a vivir juntos, pero ambos han cambiado y la relación no durará mucho. Pero en esos primeros instantes de reencuentro y de felicidad, es cuando el fotógrafo Don Honstein les tomará un puñado de fotografías en las inmediaciones de la casa que compartían en Greenwich Village, una de las cuales se convertirá en la portada del LP.

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