Document (1987)

‘Document’ supone el último disco para IRS, la compañía que los albergó desde su primer EP y les dejaron con un casi-superventas y un amplio catálogo dispuesto para ser explotado cuando Stipe y los suyos triunfasen. Ya lo hemos discutido a lo largo de este topic y siempre digo que este disco abre paso en muchos sentidos para los de Athens en composición, en ventas, en amplitud de estilos, instrumentación, etc.

El primer cambio es la aparición del que sería co-responsable del sonido REM en este y los siguientes 5 discos, que se dice pronto. Scott Litt (que se estrenó en la grabación de ‘Romance’, un tema para una banda sonora de la peli ‘Made in Heaven’ de Alan Rudolph) aportó a la banda lo que buscaban: un sonido más contundente, más complejo. Después de probar varios productores, REM, tardarían en separarse de él.
Otro cambio está en la recepción del disco. ‘Document’ llegó al número 10 de la lista de Billboard en los USA y al 28 en los UK. Por no hablar de ‘The One I Love’, su primer single que alcanzó el Top Ten USA.

Pero vamos a lo que vamos. Las canciones, que ya presentan claras novedades desde el principio. Entramos en lo que, en el libro ‘1001 discos que hay que oir antes de morir’ se describe como “la mejor cara A de la época del vinilo’. Peter Buck no se cansa de decir que en sus inicios se empeñaban en meter cientos de acordes en cada canción, pero ‘Finest Worksong’ apenas tiene dos. Temazo. A mi me suena como la predecesora de otras canciones como ‘Turn You Inside Out’ por ejemplo. Buck aporta contundencia y Mills melodía. Y, claro, Bill, potente como nunca a la batería. La cosa promete desde el principio: aquí va a haber emociones fuertes. Stipe se luce también, pero en especial, se crece con el segundo tema ‘Welcome to the Ocupation’ con dos melodías que se entrecruzan a lo largo de toda la canción´. Quizá este tema es el que más acerca ‘Document’ a su anterior entrega, ‘Life’s Rich Pageant’, pero todo el disco va cogiendo cosas de atrás y las empuja hacia delante. Si ‘Finest Worksong’ me recuerda a ‘Turn…’, ‘Exhuming McCarthy’ quizás está más en la linea de ‘Get Up’. Un tema alegre en su forma que oculta una crítica a su país. Las letras de ‘Document’ sin dejar de ser crípticas como su anterior producción, dejan un sabor rebelde, inconformista, con un tono abiertamente político y ecológico. Stipe había incluído en una versión de la carpeta la frase “File Under Fire” en cuanto que creía que este era el tema del LP (‘Reckoning’ sería el “File Under Water” y el recopilatorio ‘Eponymus’ el “File Under Grain”). Se ve claramente en estas tres primeras canciones: el trabajo, la ocupación de Nicaragua (siempre son conjeturas más o menos aceptadas) y la censura. Ah, y Mills repite la frase robada a Prince, que venía de publicar ‘Sign O The Times’ unos meses antes…

Y entra uno de mis temas favoritos. De esos menores que en REM son inmensos y que no deja de ser un acorde en la estrofa y otros dos en el estribillo:‘Disturbance at the Heron House’, con un tono también próximo a ‘Life’s…’ es una canción que te cautiva desde el primer arpegio de Buck y esas extrañas pero pegadizas letras de Stipe “They’re numbering the monkeys/The monkeys and the monkeys/The followers of chaos out of control”. Y otra novedad. Corríjanme si me equivoco pero, a pesar del gusto de REM por las versiones y la música en general ‘Strange’ (aparte de ‘Superman’ que no aparece acreditada) es la única versión que han colado en su carrera en medio de un disco de estudio. Y cuando digo versión, digo versión. Los de Athens cogen el tema oscuro y arisco de Wire y lo transforman en una canción de pop festivo. Lo llevan a su terreno vamos.

Cerrando la cara, uno de los grandes clásicos del grupo. ‘It’s the End of the Worl as We Know It’ es (según leí en algún lado) el ‘Subterranean Homesick Blues’ particular de Stipe. Lo cierto es que guarda semejanza tanto en el fraseo acelerado como en las rimas y asociaciones libres de palabras. Lo han vuelto a intentar alguna vez, pero nunca lo han alcanzado

Recuerdo ver este video en el Metrópolis especial que ya hemos comentado y quedarme con la boca abierta. Dos temas, quedaron grabados en mi mente desde ese día. Este y ‘Talk About the Passion’.

Vamos con la cara B. Da la impresión de que metieron toda la carne en el asador, toda la comercialidad en la primera y dejaron los experimentos todos juntos en la segunda. Y el primer experimento, desde luego, es redondo;: ‘The One I Love’. Digo que el tema más vendido de REM hasta ese día es un experimento y os llevareis las manos a la cabeza, pero una canción que repite la misma frase una y otra vez y limita el estribillo a una palabra, me parece, cuando menos, chocante. Stipe, seguramente estará orgulloso de su abstracción. Una canción mayúscula. Y sigue el fuego en ‘Fireplace’, quizá mi canciónmenos favorita del disco con el tema en el nombre de la canción. ‘Lightin’ Hopkins’ es la canción más burra que jamás han grabado REM. Buck desmadrado, Mills tocando el bajo como si fuese Flea, Berry dándolo todo y Stipe desgañitándose como un poseso. Los coros me recuerdan de lejos el ‘The Refugee’ de U2 (llamadme loco, pero también el final de ‘Finest Worksong’ tiene un aire ‘War’) y la cosa aunque extraña, no me disgusta en absoluto.

Y más novedades, ‘King of Birds’ inagura con su dulcimer el baile de instrumentos que ya nos parece clásico en REM, pero que hasta ese momento no se había dado. Todo continúa, claro, con la mandolina de ‘Green’ y se sublima en el megahit de ‘Losing My Religion’ pero esto (y el piano y el órgano de Mills) se lo dejo a Molti… Cierra el disco otro anticipo de ‘Green’, ‘Oddfellows Local 151’ parece un ensayo de ‘I Remember California’ y no sé con cual me quedo, la verdad. Los Oddfellows son una cadena de locales sociales pero, por lo visto, Stipe habla de los vagabundos que solían reunirse con sus botellas de whiskey en bolsas de papel debajo de su casa. A saber. Michael grita “Firehouse” haciendo aparecer la palabra fetiche del disco otra vez más.

Conclusión: gran disco con dos partes diferenciadas. Si bien es superior la cara A, comercial ella, no renuncio al placer de la cara B, con sus experimentos. Necesita muchas escuchas, pero le acabas cogiendo cariño.

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Life’s Rich Pageant (1986)

Tras la experiencia londinense de ‘Fables…’, REM se pudieron en manos de Don Gehman (que acababa de trabajar con John Cougar Mellancamp) para que diera empaque a sus nuevas canciones.

Se alejaron de Athens para acabar en la ciudad del puma, en Indiana, Una pequeña ciudad universitaria no tan alejada de su habitat natural, aunque más al norte, en la que se encontraron como en casa. Montañas, un lago, nada de grandes urbes y follón.

Al fin y al cabo, Stipe y los demás, siempre han sido unos pueblerinos. Ilustrados, pero pueblerinos. Si nos fijamos, la inmensa mayoría de sus fotografías hasta la época de ‘Green’ fueron hechas en entornos rurales. Pequeños lagos, bosques sureños, porches de casas blancas, cafeterías de pueblo…

Probaron para Gehman con su nueva canción, un tema llamado ‘Fall On Me’, con el que quedaron todos encantados. La banda, el productor, y el capo de IRS, que empezaba a olisquear billetes.

‘Life’s Rich Pageant’ (título sacado de una frase que repetía Peters Sellers en ‘El Nuevo Caso del Inspector Clouseau) es su disco más sólido hasta la fecha. Más compacto. En sonido y en temática. Empiezan a aparecer los temas recurrentes en su discografía: política, ecologismo, compromiso…sin renunciar por ello a la abstracción y a esas imágenes surreales o alegóricas que pueblan gran parte de sus creaciones.

‘Begin The Begin’ inaugura el disco con un perfecto riff y una urgencia por demostrar que algo ha cambiado. Es un sonido más rockero, menos disperso. La guitarra en primer plano, una sección rítmica contundente y un Stipe que no deja dudas sobre sus intenciones:
Life’s rich demand creates supply in the hand
Of the powers, the only vote that matters

Aún quedaban lejos los días en que pedirían abiertamente el voto para los demócratas, pero ahí quedaba eso.

Cuando aún uno no se ha recuperado de ese inicio arrancan los redobles de la batería de Berry, sincopados, con la velocidad justa y comienza ‘These Days’. Otra vez la guitarra en primer plano y Stipe cantando acelerado, guitarrazos, el tema se frena y se acelera, y de nuevo el compromiso envuelto en letras completamente alejadas de la obviedad: We are young despite the years we are concern We are hope despite the times, All of the sudden, these days. Y uno piensa: ‘esto no puede seguir así, han de bajar el nivel’.

Pero el nivel no baja, sino que se eleva aún más con uno de sus más perfectos himnos, una joya pop de intensa belleza que aún así no rehuía las veladas alusiones a la contaminación (‘buy the sky and sell the sky’). ‘Fall On Me’ es un perfecto manual de cómo, en tres minutos, armar la canción perfecta. El modo en que Stipe frasea el verso cuando canta ‘fall on me’, esa inflexión en la voz, la cadencia del tema…y como esa nota que a veces no sabemos por qué, nos provoca un estremecimiento o una lágrima, hay en la canción ese punto de extrema sensibilidad cuando Mills, por debajo del volumen general, recita esas preciosas estrofas:

Well I could keep it above
But then it wouldn’t be sky anymore
So if I send it to you
you’ve got to promise to keep it whole

Siempre he pensado que REM crean canciones perfectas para poco después, siguiendo las lineas básicas del tema y aunque no parezca posible, crear otro aún mejor. En mi opinión ‘Fall On Me’ es un borrador (en forma de obra maestra) para ‘The One I Love’, del mismo modo que ‘World Leader Pretend’ lo fue en relación a ‘Losing My Religion’

La ecología llega de la mano de ‘Cuyahoga’. El ritmo, ya desacelerado en ‘Fall On Me’, continúa ahora con esos punteos y arpegios conocidos por todos. Otra memorable melodía para envolver un poema sobre las aguas de barro rojo del río Apalachee, la sangre del exterminio indio y la polución industrial.

‘Hyena’ nos retrotrae a sus dos primeros discos. Hubiera encajado perfectamente en ambos gracias a esas guitarras new wave y a esa melodía pseudo punkie. De cualquier modo encaja igualmente en el disco, hablándonos del temor a una guerra nuclear (‘The only thing to fear is fearlessness, The bigger the weapon the greater the fear’). Pasado y presente, tampoco tan alejados. Con ‘Underneath The Bunker’ nos encontramos uno de los pocos temas instrumentales de su carrera, una pequeña pieza, muy disfrutable, con un inequívoco sabor latino, casi un chachacha electrificado. Así terminaba una cara A en la que el oyente se preguntaba si lo que vendría a continuación podría acercarse al nivel esgrimido hasta el momento.

La cara B empieza a ritmo de nana, con una canción que de nuevo abraza temas comprometidos -siempre de soslayo, veladamente, en este caso el intervencionismo yanki en Centroamérica entroncándolo con la destrucción de la selva amazónica- y que musicalmente siempre me ha recordado a los temas más lentos de Big Star. Buen comienzo, pero lo mejor estaba por llegar.

Porque ‘I Believe’ es sin duda una de sus mejores temas. La guitarra más americana grabada hasta el momento por la banda para envolver un tema rockero que no es sino el reverso de ‘These Days’, estructuras similares, incluso melodías que se asemejan sin parecerse. Nuevamente cambios de ritmo, la guitarra se para medio segundo para arrancar en un solo lo más alejado posible del virtuosismo, puro nervio.

Llegan ‘What If We Give it Away?’, un tema sincopado que de nuevo nos recuerda la época de ‘Murmur’ (de hecho es un tema gestado entonces), y ‘Just a Touch’, un número que firmarían gustosos unos Replacements en su mejor época. Punk rock de ritmo cortante, guitarrazos soltados al aire y Stipe gritando/recitando en un final absolutamente desmadrado. De la calma a la tempestad en cinco minutos.

Siempre he tenido debilidad por ‘Swan Swan H’. Desde el mismo título, críptico, poéticamente misterioso, pasando por la guitarra acústica y la leve instrumentación rítmica que siguen a una de las mejores armonías jamás creadas por Stipe. Un tema hipnótico, cadencioso pero que lentamente va creciendo, imperceptiblemente; uno no se percata pero lo nota, es como una emoción extraña. Crees que la canción sólo va en una dirección, pero a la vez notas como si subiera y subiera…

Pistol hot cup of rhyme
The whiskey is water, the water is wine
Marching feet, Johnny Reb,
what’s the price of heroes?

Six of one, half dozen the other,
Tell that to the captain’s mother,
Hey captain, don’t you want to buy,
Some bone chains and toothpicks?

Night wings, her hair chains
Swan, swan, hummingbird

No creo que nadie sepa de qué habla la canción en realidad. ¿Es acaso una canción de amor? En mi caso siempre veo esa especie de iglesia/sala de fiestas en las que grabaron el clip del tema para el film ‘Athens, Ga – Inside/Out’. Y conforme avanza el tema se me aparecen imágenes de pantanos, soldados confederados, bosques cargados de sauces, porches de casas perdidas en pueblos amenazantes…Bueno, cada uno…

Y para terminar con uno de los mejores discos de la Historia, ¿qué mejor que una divertida versión de un pequeño clásico pop de los sesenta? Pues eso es lo que es ‘Superman’, un tema de The Clique (de hecho una cara b) que los de Athens recuperan mostrando esa misma faceta desenfadada con la que cerraban ‘Tourfilm’ versionando con inequívoco aire cabaretero, muy Kinks, el ‘Afterhours’ velvetiano.

Punto y final. Cara de pasmo. Y vuelta a empezar.

Como curiosidad, mi copia en vinilo lleva el track list en la contraportada, en orden erróneo. Prácticamente no hay ningún tema en el orden en el que aparece en el disco. Curioso teniendo en cuenta que pese a todo, están numerados…Desconozco si en las ediciones en cd se mantiene el error (lo que significaría que fue hecho adrede) o no…

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Fables of the Reconstruction (1985)

Tienen R.E.M. una peculiaridad en cuanto al tratamiento-resumen que recibe su discografía: tanto en tiempo presente como en retrospectivo ha sucedido que un puñadito de álbumes excelsos han acaparado etiquetas secundarias, hasta peyorativas, acaso por la comparación con la luz -y fama- emanante de los discos más indiscutibles.
En lo correspondiente a la primera etapa de la banda, el disco que porta esa etiqueta, el disco que aparece con un puntito menos de valoración, la hornada que en apariencia salió más dura o corta de levadura o sin el crujiente exigido, es Fables of the Reconstruction. Un título, por otra parte, la mar de sugerente. Si en tiempos se hablaba largo y tendido de la dificultad que para una banda de debut exitoso -y Murmur llenó la mochila de pesadísimo prestigio- suponía entrar a grabar el segundo álbum, habrá que convenir que en R.E.M. la dificultad se aplazó a la gestación del tercero. Si Reckoning había supuesto una reconocidísima confirmación y solidificación de lo confeccionado para el estreno, de cara al siguiente trabajo se imponía alguna variación. Cambiar claves, o añadir nuevas, con el riesgo de perder magnitud de fórmula. R.E.M. buscaron un nuevo productor, el folkie John Boyd y se largaron la bruma de Inglaterra para hacer Fables of the Reconstruction. La audacia como patente de estilo.

Hay una parte de la crítica musical que al autor le resulta inevitablemente especulativa y le sitúa en el terreno de los historiadores que acaban conjeturando. Es, claro, ese segmento que corresponde a discos publicados fuera de la contemporaneidad del crítico. Discos que no ha vivido en directo, discos que ha afrontado años después de que fuesen publicados. Y en esas estoy yo, referenciando un trabajo de 1985 pero que conocí a mediados de los noventa. Y bastante o mucho: tengo que decir en este punto que los discos que más escuché en esa década, los bulliciosos noventa, con sus tensiones y oscilaciones de pasado y futuro -parece que casi nadie concibió concentrarse en el presente, en hacer un sonido nineties- fueron los discos que R.E.M. sacaron varios años antes.

Estábamos en que Fables of the Reconstruction es una suerte de patito feo para la crítica, un Richard Witschge entre los otros extranjeros del Dream Team, un do menor entre las gemas e impecabilidad que constituyen la primera etapa de R.E.M., los años IRS, desde el debut histórico y pergamínico deMurmur hasta la magnificencia Document, el umbral de salida para entrar en la dominación del mundo, ése estatus en que la música se ramifica por todas las corrientes visibles, desde los hoteles a las guarderías a las bodas de clase media. El repelús del elitista, oigan.

He pensado que para evitar que el punto de partida necesariamente especulativo de esta crítica sea una mera fotocopia de cualquier referencia que puedan encontrar por ahí, y qué mejores que las de las críticas publicadas en su día, y qué mejor localización que un cuadro general de aquél 1985 musical (año dePsychocandy, The Head on the Door, Rain Dogs, New Day Rising), para evitar todo eso, digo, vamos a centrar la especulación en un oyente imaginario. Sí, el oyente que sin gran caudal de información se aventura por los surcos de estas fábulas, las fábulas de la reconstrucción. Un disco fabuloso por definición.

La pista de despegue es Feeling Gravity’s Pull, una canción totémica para la banda si atendemos a que en la histórica gira de 1989, la gira de Green, estaba firmemente anclada al repertorio. Presenta el paisaje Buck con una guitarra after-punk que introduce una oscuridad sin el poso melancólico-sixties deMurmur o Reckoning. Éste es un humor diferente, una geografía físico-existencial, la ley de la gravedad sobre el alma, la responsabilidad sobre el vuelo artístico, que tras los primeros fraseos cadenciales de Stipe, un Stipe en esa clave oscurilla de los primeros años, implosiona con el breve suspiro del no-estribillo, una rendija preciosista de estupendo contraste con la tónica seria de la canción. Casi callan los instrumentos para que recite que es ésta la tarea más dura que jamás tuvo. Asoma por el desarrollo algún arreglo de violín, que a nosotros nos sirve como premonición de tiempos muy ulteriores y en seguida enganchamos con Maps and Legends, épica historiográfica, otro de tantos hitos en el cancionero R.E.M., con estructura simple pero materiales densos, pared de sonido para una épica de fuerte raigambre historicista. El folk, en definitiva, llevado por R.E.M. a su terreno. El terreno R.E.M., que después de definir un sonido están en la aventura de evolucionarlo, buscar nuevos parámetros, en este caso antitéticos a cualquier tentación comercial: aquí no vamos a encontrar ningún Central Rain.
Driver 8, a continuación, queda probablemente como el tema predilecto, de entre esta colección, para la clientela. Aquí sobresale el riff eléctrico, presagio de la médula que tendrá Life’s Rich Pageant, con un Buck más contundente que principia aquí una sana versatilidad entre su impronta McGuinn y la contundencia que desarrollará en trabajos venideros. Folk, decíamos, pero con sufijo rock.
Life and How to Live it mete la vorágine, una estructura simple, con R.E.M. depurando el estilo, en la que la clave es la velocidad con el gallo de Stipe como meta. Listen.
En Old Man Kensey el tempo es desacelerado y una línea grave y post-punk de Mills es la antorcha de un recorrido sinuoso, con el propio Mills sombreando de coros las estrofas de un Stipe misterioso, evocador, de nuevo despreciando el estribillo.
Entre tanto tapiz de cierta solemnidad puede causar cierta sorpresa que a mitad de álbum surja un síncope funkoide entre Buck, Mills y Berry. Es Can’t Get Out of Here, punteada esa base por un breve arpegio de la psicodelia marca de la casa y un estribillo corto y buscando la complicidad del público.
Ese arpegio característico retorna a su condición de faro en Green Grow the Rushes, otra de las canciones célebres y quizás la más sixties de toda esta colección. Estos sí son los R.E.M. inconfundibles de los dos primeros álbumes.
Kohoutek, título que abunda en las referencias a los nativos, a la antropología de la cultura americana que propone R.E.M., a ése sello de identidad que desde el primer minuto les ha distanciado de las pautas urbanitas e industriales de las bandas que siguieron al punk, es para quien esto escribe una cima, una flecha que conquista en quince segundos de riff, órgano y un Stipe agudizando lo que descubriremos como estribillo. De nuevo el elemento deslumbrante, arrebatador, entre el rigor pergamínico que define al álbum.
Auctioneer (Another Engine) tiene a Berry martilleando un tema corto pero también revelador en cuanto al camino que seguirá la banda en los próximos álbumes, la parada de la locomotora y el esprint con Stipe pidiendo más sílabas por verso, la energía ya liberada en canciones de los primeros discos pero ya sin languidez ni romanticismo en el cantante . A continuación sobreviene Good Advice, donde la melodía es envoltura y grano, una noche azabache punteada por el millón de estrellas fugaces que R.E.M. están desenvolviendo con su discografía.
Para rematar, Wendell Gee se tira de cabeza al aroma de madreselva faulkneriana que sustanciará, siete años más tarde, Automatic for the People. Despacito, un corte sin pliegues con banjo y tarareo ajeno a cualquier suspicacia. El telón se cierra para que la banda entre, próximamente, en una etapa diferente, frenética, política y aún más colosal. Y uno se coloca en el sitio del oyente imaginario, que aborda esta colección por primera vez, y siente que tras las fábulas de la reconstrucción, su cuadro es otro y puede, estoy conjeturando, abrigar ya la sensibilidad de conocer otra perspectiva, las unos mapas y leyendas que nada tienen que ver con corsarios y caballeros artúricos. La de la construcción de una de las epopeyas más brillantes que ha dado el arte americano.

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Reckoning (1984)

Igual porque fué con el que les descubrí pero sigue siendo mi favorito de ellos. Creo que es en esos primeros discos donde están los verdaderos REM, o por lo menos con los que más me identifico(desde Murmur hasta Green, más o menos). Luego pulirían su sonido y seguirían sacando grandes discos, pero para mí ya no serían lo mismo.
Al igual que Murmur, Reckoning está producido por Mitch Easter y Don Dixon(dos habituales de bastantes discos del Nuevo Rock Americano de esa época), que intentaron capturar el sonido que la banda tenía en directo.
Harborcoat ya muestra por donde van los derroteros del disco: una base rítmica más acelerada que en Murmur junto a los fabulosos juegos vocales de Stipe y Mills, respaldados por la guitarra de Buck que tiene un sonido más nítido y brillante que en el disco anterior.
7 Chinese Bros. está marcada por el ritmo entrecortado de la batería de Berry y las letras de Stipe que aquí son más crípticas que nunca(Siete hermanos chinos tragándose el océano/Siete mil años durmiendo para alejar el dolor/Ella volverá, ella volverá.).
So. Central Rain es la perfección hecha canción y seguramente uno de los temas más conocidos de esta primera etapa.
Pretty persuasion es otro de los grandes momentos del álbum y seguramente en la que más se acercan al sonido Byrds con la Rickenbacker de Buck que es puro McGuinn.
En Time after time se nota la influencia de la psicodelia y recuerdan algo a alguna otra banda del N.R.A. como Rain Parade, mientras que en Second guessing son el bajo y la batería los que marcan el ritmo de la canción, y en Letter never sent de nuevo los fantástico juegos vocales de Stipe y Mills son los protagonistas.
Camera es el único tema lento del disco con un Stipe cantando con un tono entre triste y melancólico(Serás tú recordado? será ella recordada?/ Sólo en una multitud, una linterna prestada como trueque/ Si yo voy a ser tu cámara, entonces quién será tu cara?).
(Don’t go back to) Rockville está compuesta por Mills y habla de una breve relación que tuvo el propio Mills con una chica que le dejó para volverse a su pueblo de origen(Y por la noche me emborracharé hasta que me duerma y fingiré/ Que no me importa que no estás aquí conmigo).
Little America cierra el disco otra vez con un ritmo ágil y una estructura parecida a la que abre el disco, Harborcoat.

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Murmur (1983)

El 12 de abril de 1983 apareció «Murmur», el primer disco de los de Athens. Personalmente creo que es el primer punto de inflexión del grupo después de tres años iniciáticos llenos de conciertos, anécdotas y consolidación del grupo. Alejados ya de la velocidad y versiones de sus inicios, con este disco se muestran más rock, atravesados por el folk de raíz norteamericana y salpicados con energía y melodía power-pop. No podemos olvidar la influencia directa de The Byrds o The Zombies. Pero el duro trabajo se nota y consiguen sonar a R.E.M. por los cuatro costados. Estilo personal y honesto. Una ética propia, y a su bola, respondiendo con guitarras a la horda de sintetizadores de la época. Y sobre todo, CANCIONES. Su cabezonería al final les dió la razón. En una palabra, actitud.

Sin olvidar todos los grandes aciertos que tiene este disco, destacaré uno por encima. Crean un álbum que consigue una atmósfera atemporal y abierta en mil direcciones que consigue atraparte y llevarte a otro lugar. El resultado, que no han vuelto a conseguir (quizás sí en «Automatic for the people» de 1992), lo logran gracias a un sonido único y unas composiciones maravillosas, en las que ya se puede ver el juego de unir diferentes emociones dentro de una misma canción. Alegre, pero melancólico. Triste, pero enérgico. Y todo a la vez. Hay clásicos instantáneos ya conocidos como Radio Free Europe, cumbres en su repertorio como Perfect Circle o Talk About The Passion, estribillos memorables en Shaking Through…

Por otra parte, ya dejan notar en sus letras, escritas en su mayoría por un Stipe muchas veces indescifrable, su compromiso e inquietudes sociales y políticas, el problema de las franjas de pobreza y discriminación y la falta de preocupación del gobierno de su país por los ciudadanos (Talk About The Passion) o la crítica a los predicadores televisivos (Moral Kiosk).

Definitivamente, uno de esos discos que marcan. Seguramente está entre mis tres discos preferidos de la banda y sin duda, lo considero el más mágico de toda su carrera.

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